Este libro es la esencia cristalizada de largos años de estudios bíblicos y metafísicos, y de las muchas conferencias que he ofrecido. Ciertamente hubiera sido tarea más fácil escribir una obra de mayor amplitud; pero mi objeto ha sido presentar al lector un manual práctico de desarrollo espiritual, y con tal fin he condensado todo lo posible la materia porque, como sabe muy bien todo estudiante, la concisión es indispensable para lograr el dominio de cualquier asunto.
No piense nadie que es posible asimilar todo el contenido del libro mediante una o dos lecturas únicamente. Es necesario repasarlo muchas veces para comprender a fondo el sentido completamente nuevo de la vida y la gama de valores absolutamente originales que el Sermón del Monte presenta a la humanidad. Sólo entonces se experimentará el Nuevo Nacimiento.
El estudio de la Biblia tiene cierto parecido con la búsqueda de diamantes en el África del Sur. Al principio los exploradores encontraban sólo unos pocos en el barro amarillo, felicitándose por su buena fortuna, aun persuadidos de que sería eso todo lo que hallarían. Luego, a medida que iban cavando, llegaron al barro azul y quedaron maravillados al encontrar en un día tantas piedras preciosas como las que antes habían obtenido en un año, y lo que antes les había
parecido gran riqueza resultó insignificante en presencia del nuevo tesoro.
De igual manera, querido lector, al buscar la Verdad en la Biblia, procura no quedar satisfecho ante los primeros descubrimientos espirituales, sino mas bien sigue hasta dar con el rico barro azul que se halla en el fondo. La Biblia, sin embargo, difiere de los terrenos diamantíferos, por el hecho sublime de que debajo del barro azul quedan en ella todavía más y más estratos, y estratos cada vez más ricos que esperan el contacto de la percepción espiritual, para toda la eternidad.
Sobre todo, mi buen lector, al leer la Biblia, afirma constantemente que la Sabiduría Divina te va iluminando. Tal es el único modo de recibir la inspiración del Todopoderoso.
He seguido la conveniente práctica moderna a que se acomodan muchos autores de libros metafísicos, la cual es usar letra mayúscula en ciertos términos que representan aspectos o atributos de Dios.