Pipa, lupa, mirada sagaz y reflexiva… Si nos preguntaran de qué personaje se trata, no dudaríamos: Sherlock Holmes, prototipo del detective que se valía de su capacidad de observación y poder de deducción para resolver los casos más extraños. Pero desde Sherlock (y tantos otros), mucha ciencia ha corrido bajo el puente. Hace algunos años, otros personajes hicieron su aparición en la escena del crimen. Vestidos como astronautas con trajes descartables, guantes de látex, gafas, barbijo, cofia y maletín, los técnicos forenses realizan su coreografía: inspeccionan el cuerpo, toman fotografías, recogen cabellos, levantan huellas digitales, buscan rastros de ADN y… ¿descubren al asesino?
La ciencia forense no es mágica y no siempre existe evidencia que conduzca directamente al culpable, pero sin duda sus aportes son fundamentales para esclarecer un delito. ¿Alcanza con un cabello para identificar a una persona? ¿Qué significa que "los cuerpos hablan" en la mesa de autopsias? ¿Con unas gotas de sangre es posible reconstruir un asesinato? ¿Es cierto que las moscas pueden decirnos cuánto tiempo lleva muerta una persona? ¿Cuánto hay de verdad y cuánto de mito en las exitosas series y películas en las que se investigan crímenes?
De la mano de Gastón Intelisano, especialista en criminalística, pericias forenses, autopsias (y como punto bonus, escritor de novelas policiales), este libro nos propone un esclarecedor recorrido por el complejo mundo de la ciencia del crimen, tan mostrado en la ficción como desconocido en la realidad. Como dice nuestro autor, el crimen perfecto no existe. Lo que hay son malas investigaciones.