A través de una decena de relatos cortos, con el telón de fondo de la Castilla rural de gran parte del siglo XX, entre experiencias infantiles personales, episodios transmitidos de la guerra civil y otras historias imaginadas, el autor reflexiona sobre diversos problemas que se han planteado al pensamiento humano desde siempre, tales como los fundamentos de la vida, del dolor, de la consciencia y otros de caracter más social y cultural.
Las espigas que dejó en su memoria de juventud aquél mundo que visitaba en periodos vacacionales y ocasionales, con su dura y desnuda naturaleza, con la autenticidad vital de sus gentes y costumbres, que contrastaba radicalmente con aquél otro más artificial y superficial en el que se desarrollaba su vida en la gran ciudad, alimentaron un espíritu curioso y sensible, que desarrolla ideas y motivación para acercarnos a nuestra parte más transcendente.
Esas espigas, de las que habla el título de la obra, son sentimientos puros de los que se viven en la infancia, formas de ser que componen la idiosincrasia de un pueblo y una cultura, asi como valores que se arraigan en la persona y marcan el desarrollo en nuestro futuro. Ahí están las semillas que pueden germinar y repoblar nuestras mentes y espíritus con nuevas ideas y sentimientos esperanzadores, que justifiquen nuestra existencia y la dignifiquen.