Encerrado en un decadente hotel de Buenos Aires, como si protagonizara una mala película de detectives caídos en desgracia, el narrador de esta historia da cuenta de su vida pasada y futura. Atrás quedó una mujer, un hijo, un país. Y adelante –aunque eso es un decir, evidentemente– está el encuentro con Raúl Perrone, baluarte del nuevo cine argentino y autor de más de 70 películas, combinaciones radicales de creatividad, pasión y azar en las que el atribulado protagonista intenta encontrar la clave secreta que le permitirá levantar su propia carrera cinematográfica.
A medio camino entre la novela y el ensayo, Hotel Tandil coloca ante nosotros a un hombre que, no obstante tener todo en contra, resiste las inclemencias laborales y afectivas con sereno estoicismo. Al mismo tiempo, el libro es un homenaje a realizadores como Ruiz, Hitchcock, Bergman o Cassavetes, así como a otra serie de cineastas excéntricos: Ed Wood, Donald Cammell, Rick Schmidt y muchos otros que derribaron las fronteras con películas que se nutren de la performance, la autobiografía o la sicodelia. En estas páginas, Andrés Nazarala alumbra los caminos menos transitados de un arte que hoy parece confinado a las plataformas streaming; sin nostalgia, solo con la dignidad del que padece esa enfermedad incurable, la cinefilia.