Aferrada a una rutina de situaciones de la cual no pudo salir ilesa, cuenta una historia repleta de pesimismo que le hizo aprender a soñar e intentar arrancar de cada lágrima derramada un cierto optimismo por lo aprendido y lo vivido. Ilusionada con toparse de frente con esa parte de buena suerte que no le sorprendió en su día. Pensando que la vida a veces le sonreía, aunque doliese, ella tuvo la sensación de que sus sonrisas tenían un precio a pagar un tanto excesivo.