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Cuerpo herido

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En este poemario existe también el perfil de una enfermedad, pero ramificada en la existencia. Años de salir y entrar a una prisión del cuerpo. Por momentos, el dolor rompe las formas, establece su grito. En otros, se le acepta, se habla de Dios, de un torbellino. Un ruego y una especie de Job pregunta sobre aquello que Miguel Hernández llamaba las tres heridas. Nathan Grinberg, aquel joven pasante, ha atravesado los límites con un esfuerzo a veces incomprensible y desde su regreso a la vida nos habla en estas páginas plagadas de preguntas. "No importa lo que me haya roto", le dice a Dios. Quiere seguir en la vida y desde ese logro deslumbrante, escribe su dolor.