Sabemos que los elefantes gozan de una impresionante memoria espacial, olfativa, visual y vocal, pero ¿quién sabe que hay pájaros capaces de resguardar su alimento repartiéndolo en diez mil sitios diferentes?
Tras quince años de experiencia en trabajos de campo, la autora demuestra que la inteligencia no es otra cosa que una función adaptativa que todos los animales poseen. Con plumas o manos, una trompa o diez pies, escamas o pelambre, dotados o no de tentáculos, con o sin esqueleto, todos los animales son dueños de una inteligencia que les permite desarrollar respuestas apropiadas a los imperativos del medio en el que viven.