Después de nueve años de guerra, una peste se desató en el campamento griego. El adivino Calcas vaticinó que la enfermedad no cesaría hasta que Criseida, esclava de Agamenón, fuera devuelta a su padre. Agamenón no tuvo más remedio que obedecer y entregar su botín, pero no queriendo quedarse sin recompensa le arrebató a Aquiles su esclava Briseida. Aquiles encolerizó tanto que se retiró del combate y le pidió a su madre Tetis que convenciera a Zeus para que favoreciera en la guerra a los troyanos.