El resurgimiento económico y político de Asia Oriental conmocionó la estructura tradicional del poder, centrado en el eje Norteamérica-Europa. La industrialización sucesiva de Japón, Corea y China, entre otras, desvió esa parte del mundo hacia la actividad manufacturera, comercial, la investigación avanzada y gran parte de los activos financieros. Lo interesante es que, en la recomposición mundial, la búsqueda de sistemas alternativos de pensamiento está al orden del día. En ese sentido, la rica herencia intelectual asiática vuelve con más ahínco sobre sus milenarios debates, ampliados ahora a nuevos temas e interlocutores. Surgió 2.500 años atrás, en medio del arduo pugilato doctrinario con el taoísmo y más adelante con el legalismo y el budismo, el confucianismo ha sustentado el marco ético, el orden político y la estrategia productiva de Asia Oriental hasta el presente.