Pensar la violencia como irreverencia ante la vida o como el manotazo del poder de quienes humillan con las armas, y al pensar la violencia, pasar revista al mayor numero de argumentos posibles, desde los mas absurdos, que aseguran que en Colombia la "tendencia violenta" es un 'de por si', una 'incapacidad' de ser consecuentes con el valor de la vida. Pensando la violencia se empieza en Colombia un segundo tiempo de su historia mas reciente, trayendo a cuento la desproporción que hoy en arrancarle la vida a alguien con una bala, atropellarla, birlarla, sin siquiera intentar entender que la vida está en el planeta como definición absoluta de la confluencia entre los elementos, y no como disgregación de los mismos. Pensar la violencia, finalmente, desde la anti-violencia, dando la espalda a cualquier opción drástica del desencuentro con los otros.
El movimiento de ideas de las que se nombran aquí como: Pedagogías de la violencia en Colombia, intenta ser distinto, aplicándose a cubrir no simplemente los lamentos y las cicatrices profundas, sino a desencadenar la reflexión e interrogación, advirtiendo la profunda incongruencia que anuncia todo acto de asalto, retención y crimen. Así, si pensáramos insistentemente la violencia nos aproximamos, para comenzar, a la necesidad de ver a los otros como seres inscritos en lo vivo, y no como masas sin forma destinadas a recibir golpes, o como objetos 'provechosos' y vulnerables a los cuales coaccionar.Intentar en Colombia dejar de ser violentos, asumirlo como una decisión tomada, no permitiría soñar finalmente lo que seriamos en un completo estado de no agresión.