Las órdenes que le habían dado a Deacon para ser aceptado en la familia eran sencillas: casarse con Callie, la viuda cazafortunas de su hermanastro, y devolver a sus hijos a la familia.
Sin embargo, esa mujer no tenía nada que ver con lo que se había esperado. Callie no resultó ser la cazafortunas que le habían prometido. Le hacía arder de deseo y replantearse sus egoístas intenciones.
¿Engañar a Callie y a sus hijos era un precio que estaba dispuesto a pagar por el amor de su padre?