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Casas internacional 182: Rodolfo Juan Frolik

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La patria es amplia y extensa, mĂĄs allĂĄ de la centralizadora Buenos Aires. La naturaleza presente en sus paisajes. Naturaleza que hace a sus habitantes cultivadores de la misma. Cultivadores de la naturaleza humana. Cosechando los valores para construir el bien comĂșn y compartir el amor al trabajo. Habitar la naturaleza es la creatividad en sintonĂ­a con la prĂłdiga CreaciĂłn regalada. Conozco a Rodolfo Frolik desde su Ă©poca de estudiante en Buenos Aires y Él es un ejemplo de patriota, que sin encandilarse, apostĂł a los mejores valores y volviĂł a su Tandil natal para cultivar a travĂ©s de la arquitectura un paisaje de creatividad y trabajo pleno de ilusiones. Vale mucho apostar a la vida de las ciudades del interior, descentralizar, desarrollar y hacer con el oficio una realidad armoniosa. Durante muchos años el estudio Frolik fue dando frutos de su prolĂ­fica producciĂłn. Fue creciendo, y a travĂ©s del trabajo, dando cada vez un resultado superador. Pero este mĂ©rito se debe a la constancia y a las ganas de construir pese las dificultades que nunca faltan. En arquitectura es difĂ­cil llegar a un equilibrio entre los ideales del proyectista y los deseos del cliente. Rodolfo supo crecer y armonizar con sus conciudadanos de las serranĂ­as. Su vasta producciĂłn he tenido el placer de recorrerla. Hay muchas viviendas unifamiliares en medio del paisaje ondulado y muchas viviendas colectivas en la ciudad. Creo que su Casa Estudio, que conserva un frente italianizante, comienza a marcar un nivel que va creciendo de obra en obra, casa urbana que goza tambiĂ©n de la naturaleza. La Casa con Diez Pinos resuelve con lĂ­neas modernas una horizontalidad que se funde en las lomadas de pinos. La Casa de Campo en Azul, con sus austeros volĂșmenes, sintetiza las viejas casonas de campo. La Casa en Mar del Sur, con suma sencillez, logra la armonĂ­a deseada entre obra y paisaje. En general las plantas son claras, funcionales y con fluidez espacial. Los edificios en el centro de Tandil tienen el gran mĂ©rito de desarrollar la ciudad respetuosamente, con alturas que no agreden el paisaje. En estos edificios se percibe tambiĂ©n la preocupaciĂłn formal y el armado original de las plantas. En el Edificio 4 de abril y Pinto, un planteo de esquina muy creativo, ofrece interĂ©s a la ciudad articulando dos cuerpos de lĂ­neas puras muy plĂĄsticos. Algo equivalente se logra en Garibaldi y Alberdi, con generoso despliegue de volĂșmenes limpios, blancos, que recuerdan las clĂĄsicas obras del Movimiento Moderno. No es poco el aporte que ha hecho este estudio a una ciudad de provincia, en la actualizada evoluciĂłn de la cultura arquitectĂłnica. No es poco mĂ©rito haber sido parte muchas veces de emprendimientos inmobiliarios y no abandonar el buen arte de proyectar y construir. Por todo esto, concluyo valorando la labor que realiza Rodolfo Frolik en su tierra por dar siempre lo mejor de sĂ­, por estar al servicio del buen oficio, por saber escuchar a sus comitentes, y por llevar adelante los ideales de una cultura que busca siempre superarse.