Todos quisiĂ©ramos ser felices, pero no nos es fĂĄcil lograrlo. El problema es que creemos que solo obteniendo mĂĄs de lo que este mundo nos ofrece, podemos tener la felicidad. El apĂłstol Pablo tenĂa una actitud muy diferente. Pablo escribiĂł: "He aprendido a contentarme con lo que tengo. SĂ© vivir humildemente y sĂ© tener abundancia: En todo y por todo estoy enseñadoâŠ" (Fil.4:11-12) El apĂłstol habĂa aprendido el secreto del contentamiento, cualquiera que fuera su lugar o circunstancia. Dios es la Ășnica fuente de la felicidad verdadera. Dios no necesita nada ni a nadie para hacerle feliz; aĂșn antes de que el mundo fuese, las tres personas de la Trinidad estaban en completa felicidad. Dios hace que los creyentes sean felices, tal como Ăl lo estĂĄ. Esto es necesario porque los creyentes no son lo suficientemente fuertes y buenos para hacerse felices a sĂ mismos. Dios les da todo lo que necesitan como Juan escribiĂł: "de su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia" (Jn.1:16). Entonces los creyentes pueden estar siempre felices, porque aĂșn y cuando tengan muy poco de lo que este mundo ofrece, tienen las bendiciones espirituales de parte de Dios. En Cristo tienen todas las cosas que necesitan.