Los deliciosos y a veces feroces relatos de estas Inquisiciones peruanas nos muestran una socieda que, detrĂĄs de su apariencia soñolienta y ceremoniosa, impregnada de olor a sacristĂa, de rutinas estrictas y dĂłciles a las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia, hervĂa de una sensualidad y unas pasiones carnales tanto mĂĄs intensas y coruscantes cuanto mĂĄs aplastadas se hallaban por una suerte de prejuicios, prohibiciones y persecuciones.
Mario Vargas Llosa