La novela negra puede y debe romper algunos moldes: "Necesita dar un salto al vacĂo, y una extraña pirueta en el aire. El requisito es no tener ni vĂ©rtigo ni miedo", dice David Llorente.
No podemos estar mås de acuerdo. La literatura noir necesita también de autores con propuestas atrevidas, arriesgadas y que miren el género negrocriminal desde nuevos puntos de vista.
ÂżQuĂ© pasarĂa si la historia que se cuenta no es una sucesiĂłn de hechos consecutivos, sino simultĂĄneos? La simultaneidad no parece patrimonio de la literatura, sino, mĂĄs bien, de la pintura o del cine, pero si las palabras consiguen contravenir su propia naturaleza y transmitir esa sensaciĂłn de que todo lo que sucede, sucede a la vez, entonces surge un texto envolvente, casi tridimensional.
Proponemos una lectura donde la brutalidad del asesino en serie se ve rodeada de una multitud de historias criminales que, al mismo tiempo que nacen, el narrador las hace desaparecer. No importa quién sea el criminal ni qué tipo de detective lleve a cabo la investigación. Lo que importa es que el asesino existe.
Max Luminaria era un chico muy callado. SacĂł la mejor nota de selectividad de toda España y decidiĂł estudiar Medicina. Una vez mĂĄs, fue el mejor en los exĂĄmenes; el mejor en las prĂĄcticas y el mejor en el quirĂłfano. Se lo rifaban todos los hospitales. No hubo cirujano mĂĄs preciso ni vecino al que mĂĄs quisieran los habitantes de Carabanchel. Lo saludaban por la calle. Le daban las gracias. Todos tenĂan a un familiar al que el doctor Maximiliano Luminaria habĂa salvado la vida.
Su vida, fuera del quirĂłfano, era diferente, Âżo a lo mejor no? La realidad es que no podrĂĄs, nunca mĂĄs, sentirte aliviado porque se haya descubierto al asesino, porque, querido lector, los asesinos caminan entre nosotros.