Era una mañana helada, de esas que dan ganas de quedarse en la cama hasta que la luz del sol te moleste tanto que no puedas por mås que levantarte.
MirĂ© a mi alrededor, contemplando sobre las paredes de mi habitaciĂłn aquellas fotografĂas enmarcadas.
QuizĂĄs fueran un centenar o quizĂĄs mĂĄs, no lo sĂ©, pues hace tiempo que perdĂ la cuenta, eso sĂ todos ellos tenĂan un marco que trataba de que fuese diferente.
Cada una de esas fotos era un recuerdo, o al menos asĂ habĂa procurado que fuese, un momento, un instante, una imagen del presente que se convirtiĂł en pasado en un instante.
No sĂ© cĂłmo podrĂa llamarse aquello, quizĂĄs una obsesiĂłn, pero tenĂa la necesidad de aquello, de inmortalizar a las personas, de dejar su recuerdo vivo, de que con el tiempo alguien los pudiese ver y saber lo que habĂa hecho, pero aquello era solo una ilusiĂłn.