Probablemente estaremos de acuerdo en que el siglo XX se caracterizó, sobre todo por la vivienda como tema central de la arquitectura. El crecimiento exponencial de la población y de los núcleos urbanos, en el que la ciudad de Madrid es un claro ejemplo, han hecho que la arquitectura se haya volcado en la vivienda colectiva. Sin viviendas no hay ciudad. Como dijo Manuel Solà-Morales, la ciudad es sobre todo cantidad residencial, después pueden venir más cosas. Este número pretende mostrar algunos de los proyectos más significativos de la arquitectura residencial colectiva construida en Madrid en este principio de siglo XXI, heredera de una larga tradición desde una visión crítica, con el objetivo de identificar si existe en el conjunto de obras seleccionadas, un modo de entender y de hacer en un contexto aparentemente confuso e incierto. Los proyectos aquí presentados, decididos a establecer nuevas relaciones entre lo público y lo privado con espacios de calidad, todos ellos construidos con gran solvencia técnica. Los trece edificios mostrados en este número reflejan lo heterogéneo del momento que nos ha tocado vivir. Atrás quedaron los ismos, sin embargo y aunque resulte paradójico, la arquitectura ha evolucionado hacia un evidente individualismo, que no reconoce ningún patrón aparente ni busca un sentido colectivo de pertenencia. Para terminar, la reflexión de Blanca Lleó en su Informe Habitar continúa siendo más pertinente que nunca: "¿Existe la vivienda de nuestro tiempo?" En mi opinión, la respuesta es a la vez evidente y afirmativa, como muestra esta publicación. Otra cosa es si las gafas que emplea el sector inmobiliario permiten verlo. La arquitectura de la vivienda condiciona los modos de vida. Al fin y al cabo, todo proyecto residencial debe mejorar la forma de vida de sus habitantes y dotar a una comunidad de todo aquello necesario para su realización como individuos