«El Celta rozó la hazaña», se pudo leer en todas las crónicas deportivas.
Si el roce hace el cariño, la hazaña debe de querer muchísimo al Celta porque llevamos décadas rozándola, acariciándola y haciéndole cosquillitas en el sofá. A la hazaña, estoy segura, le hemos provocado algún que otro orgasmo.
¡Redescubre la emocionante historia del Real Club Celta de Vigo a través de los ojos de la periodista y celtista Lucía Taboada!
FRAGMENTO
El club, por supuesto, lo sancionó. El Zar se mantuvo durante días recluido en su casa, buscando una salida directa de Vigo. No le hizo falta. Especialmente porque durante ese verano llegó su refuerzo moral, Valeri Karpin. En pocas semanas ambos empezaron a ser lo que eran, y mucho tuvo que ver que tuviesen al lado a un chaval que compartía apellido y origen con Pelé, un futbolista maravilloso llamado Mazinho. Y del otro lado, a otro futbolista excepcional, el primer jugador israelí en jugar en España, un tipo llamado Revivo. En la temporada 97-98, con Irureta en el banquillo, los cuatro empezaron a brillar. Aquel equipo formidable terminó sexto en la tabla, con un pasaporte para Europa por primera vez en más de veinticinco años (con una imagen que es más que una imagen, es un icono: la de Gudelj corriendo por la banda con los brazos desplegados y una camiseta blanca de tirantes sobre el pecho en la que se podía leer «Gracias afición»). E Irureta cogió las maletas hacia A Coruña para celebrarlo. Nunca se le perdonó la traición, pero se nos olvidó pronto. Porque le sustituyó en el banquillo un hombre llamado Víctor Fernández que trajo a Vigo el gran fútbol, como Mary Poppins en su maletín.
En la temporada 98-99 no hubo ningún equipo en España —ni puede que en Europa— que superase futbolísticamente al Celta de Vigo. Ningún
equipo hacía un fútbol tan exquisito, basado siempre en los toques y en los apoyos. Recuerdo perfectamente la primera vez que tuve esa sensación de estar contemplando un lienzo. Fue en el mes de noviembre, en el Villa Park, frente al Aston Villa. Nos adelantamos en el minuto veinticinco con un gol de Juan Sánchez, en una jugada en la que tocó el balón todo el equipo, uno tras otro, de atrás hacia delante. Mucho antes que el tiquitaca existió el tikitakiña.
LO QUE PIENSA LA PRENSA
Un libro que invita permanentemente a la sonrisa y a la melancolía. Y es que ¿quién no recuerda aquellas míticas presentaciones veraniegas de los equipos en los que no había ni tan siquiera un partido amistoso? A Taboada nunca se le olvidará la de 1998. - Pedro Zuazua, El País
Su padre la hizo celtista de corazón desde bien pequeña. Y, ahora, desde la lejanía muestra ese amor y lo propaga. Lucía Taboada (Vigo, 1986) vivió la mejor época del Celta de Vigo siendo una adolescente, esperando que llegase el mejor día de aquellas semanas: el jueves. - Jose Ruiz, Panenka
EL AUTOR
Lucía Taboada - (Vigo, 1986) agarraba el micrófono cuando tenía cinco años y se hacía pasar por Jesús Puente para entretener a la familia en las sobremesas. «Lo que necesitas es periodismo», debió de pensar, así que lo estudió y desde que terminó la carrera en el 2009 trabaja —con mejor o peor horario— en la Cadena SER. Amante, instigadora y perpetradora de juegos de palabras malos, quiere terminar esta biografía diciendo que con la publicación de este libro vive días de Vigo y rosas.