Spinoza quiere acabar con el misterio que rodea la razón o que le subyace, misterio que hace afirmar a Descartes en la Meditación tercera: "es propio de la naturaleza del infinito que mi naturaleza, que es infinita y limitada, no pueda comprenderlo". Es a este relacionismo con sus limitadas capacidades de entender que Spinoza opone un entendimiento capaz de llegar al conocimiento de la unión que la mente tiene al conocimiento de la unión que la mente tiene con toda la Naturaleza", ya que, a diferencia de Descartes, en cuanto a su naturaleza el entendimiento es el mismo en el hombre que en Dios. He aquí el lugar de una divergencia fundamental entre Spinoza y Descartes. Las preocupaciones de Spinoza son, desde luego, diferentes a las de Descartes: tienen que ver con el hecho de que mientras Descartes teme que el mundo que lo rodea sea un verdadero caos, vacío de la estructura coherente que se esperaba encontrar ahí, Spinoza está atento ante todo al desorden en sí mismo y que traduce su alejamiento del orden racional de la naturaleza. Los siete estudios de este libro se desplazan en el espacio teórico y práctico de esta divergencia.