Y, de pronto, el mundo frenó y nuestra vida se acotó a las paredes de nuestra casa. Las conversaciones giraban solo en torno a un virus del que no sabíamos nada. Los días comenzaron a tener un peso distinto y el encierro fue una puerta inevitable para mirarnos de nuevo. Este diario reúne, en orden cronológico y sin interrupción, las sensaciones, los pensamientos y la pequeña locura por los que atravesé durante los 136 días de cuarentena obligatoria, cuando todo indicaba que nunca más volveríamos a ser los mismos.