La campaña llegó a su fin, los festejos de la noche de la elección han concluido y es entonces, en ese mismo instante, cuando comienza otra historia.
Lo que se dijo queda atrás, las promesas electorales se transforman en ecos lejanos, las palabras se vuelan con el viento. Se hace urgente poner manos a la obra para afrontar con premura dos escenarios clave: la transición y los primeros cien días de gobierno.
Gobernar, ese privilegio tan preciado que muchos buscan, finalmente será el trofeo para uno. Comunicar, en cambio, será la garantía de que ese gobierno pueda efectivamente construir poder en contextos signados por sociedades cada vez más exigentes, convulsas y agrietadas.
Gobernicar. El kamasutra del poder es una radiografía del camino que se inicia el día del triunfo electoral, un trayecto donde todas las posiciones son válidas siempre y cuando el objetivo sea unir, en un solo concepto y de manera indisoluble, la política con la comunicación.