Inscritos en el libro de la muerte no es un título sugerente propuesto por un grupo de expertos en marketing para vender más ejemplares. Es lo que le sucedió literalmente a Osman Monterroso y a su familia, cuyos nombres fueron escritos en el libro en el que los pandilleros hondureños apuntan a quienes van a asesinar. Su delito fue ser testigos de un asesinato y en Honduras los sicarios nunca dejan a los testigos vivos. No era justo, pero ahora eso daba igual. Debían huir y debían hacerlo ya. De esta forma, la obra es a la vez una aventura trepidante por escapar de la muerte, un grito de denuncia ante un mundo regido por la violencia y la corrupción, y un canto a la esperanza protagonizado por todos aquellos que no se dejaron llevar por los prejuicios y tendieron la mano a Osman y su familia, en muchos casos sin conocer a priori la truculenta historia con la que cargaban a sus espaldas.