Emiliano Tardif era provincial de los Misioneros del Sagrado Corazón en la República Dominicana. Una grave enfermedad fue la ocasión propicia para que el Señor le manifestara el poder curativo de la oración: Impondrán las manos sobre los enfermos y éstos quedarán curados. A pesar de lo ridículo que le parecía esto, un grupo de creyentes de la Renovación Carismática le impuso las manos y oró, al tiempo que sentía un fuerte calor; era el calor del amor de Jesús que le estaba tocando y curando, no sólo su enfermedad, sino también su sacerdocio y todo su ser. Durante la oración tuvo una profecía: Yo haré de ti testigo de mi amor. Desde entonces comenzó para él un nuevo y apasionante ministerio de evangelización acompañado de signos, milagros y curaciones.