Esta obra propone un viaje simbólico a través de la percepción humana y sus bloqueos. Para reflejar la desconexión del individuo y su entorno, sus emociones y su propósito, cada capítulo aborda un sentido distorsionado.
Los protagonistas, simbolizando distintos estados de la conciencia, se van presentando al lector en un recorrido que inicia con un acercamiento a una deidad, el dios de los Andes, Wiracocha, que plantea el miedo primordial a la muerte
Luego, sentido a sentido, la historia nos plantea, primero, la pérdida del olfato como una metáfora de la falta de orientación en la vida y la desconexión con la tierra. La travesía continúa con la pérdida del tacto como representación de una sociedad materialista y alejada del amor.
La falta de pasión y creatividad es simbolizada por la ausencia del sentido del gusto, mientras que la visión distorsionada representa la incapacidad, tan frecuente en nuestros días, de ver con claridad.
La pérdida del oído nos muestra un mundo lleno de egos que no se escuchan entre sí y, al final, se nos muestra una salida prometedora: el despertar de la intuición y la conexión con lo divino y el universo.
Con un sincretismo de referencias que combina desde la cosmovisión andina, filosofías espirituales y los centros energéticos del cuerpo, también conocidos como chakras, esta historia explora los desafíos de la humanidad para alcanzar su equilibrio personal y como sociedad.