El libro hace un recorrido por los derechos de la naturaleza, desde sus fuentes de inspiración hasta los procesos que a su vez han estimulado. Es una propuesta para proteger unos derechos que no nos son ajenos a los seres humanos, pues somos parte de la tierra, dependemos de ella y su equilibrio depende de que modifiquemos nuestra forma de actuar.
Cuando llegó la conquista, las selvas no solo estaban pobladas de árboles, también de espÃritus, de secretos, de leyendas, de historias fundadoras. Eran asiento de un derecho ancestral que daba razón, sentido e identidad a la existencia de los pueblos que la habitaban. Este libro no pretende recuperar esa espiritualidad, pero sà dar los primeros pasos para convencernos de su necesidad.