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El maestro de escuela

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Puedo decir que esta es una de las obras que heredé de Manjarrés, pues yo estaba allí cuando murió y tuve la corazonada de esculcarle los calzones y en el bolsillo de atrás hallé libretas de las que usan los carniceros para apuntar los fiados. Podría atreverme a decir que yo era el único que estaba allí.

Me parece ver la habitación, la cama y el ataúd, y revivo el instante en que logré este libro. ¡Casi se va con él! Emilia la planchadora fue la que esculcó y yo soy el que lo extrajo. Fernando González