La insurrección griega de 1823 permitió la emergencia de una anomalía fundacional: entre la inacción, cómplice de las atrocidades cometidas contra los rebeldes, y la intervención bélica, que violaba el principio del equilibrio de poderes, los países europeos procedieron al reconocimiento de la beligerancia. Desde entonces, este instrumento consuetudinario del derecho internacional ha desempeñado un papel crucial y dramático: la guerra de Secesión estadounidense, la Comuna de París, la guerra civil chilena, las gestas independentistas de los cubanos contra España, la Revolución mexicana, la guerra civil española, entre otras. Colombia no fue ajena a este proceso: a contrapelo de una historia oficial olvidadiza, fue el único país en el que se produjo su aplicación en 1870, 1979 y, finalmente, durante el reciente proceso de negociaciones con las farc. Dar cuenta de este enriquecedor decurso, de Grecia a La Habana, que cuestiona lugares comunes y devela manipulaciones y mistificaciones es el desafío asumido en El reconocimiento de la beligerancia.