La historia de dĂas hace tiempo olvidados… El velo del pasado se levanta, revelando la historia de las antiguas deidades y la legendaria gobernadora. ÂżCuál es el secreto del lapislázuli sagrado escondido entre las brumas del tiempo? ÂżCĂłmo se entrelazarán los destinos, conectados por hilos del pasado distante?
Extracto del libro:
...Al darse la vuelta, Sumire vio una figura femenina surgir del interior del ciruelo. Y ante ella apareciĂł una joven de largos cabellos que vestĂa ropas escarlatas.
—Señora, por favor, no tengáis miedo de mà —dijo—. Soy el espĂritu del ciruelo que crece junto a este puente. Mi nombre es Umeko. El oni Kiseki, cuyo nombre has adivinado, causĂł problemas, no solo a mĂ, sino tambiĂ©n a los espĂritus locales de las piedras y el espĂritu del rĂo. Nunca hemos querido dañar a la gente y siempre hemos tenido mucho miedo de ser testigos de derramamiento de sangre. Por eso quiero daros las gracias.
—Oh, no hay necesidad —dijo Sumire modestamente.
—No os habĂ©is sorprendido en absoluto al encontraros con Kiseki y conmigo. —Umeko sonrió—. ÂżOs habĂais encontrado antes con espĂritus y demonios?
—Una vez fui testigo de un acontecimiento mĂstico —replicĂł Sumire.
—¡Oh, ya veo! —exclamĂł el espĂritu del ciruelo—. Eso lo explica todo. ¡Sois una persona asombrosa! Como prenda de mi gratitud, dejadme enseñaros el espejo que conoce el pasado.
—¿El espejo que muestra el pasado? —preguntó Sumire sorprendida.
—Sà —asintiĂł Umeko. Un pequeño espejo de bronce apareciĂł en sus manos, pintado con un patrĂłn de colores intrincados en los bordes—. Si miráis en Ă©l, podĂ©is ver lo que queráis. Ya sea un acontecimiento de tiempos antiguos, la vida de una persona o un espĂritu. Lo Ăşnico que el espejo no muestra es el destino de los objetos.
***
…Era un bochornoso dĂa de verano. No habĂa el más mĂnimo movimiento de aire.
Los sirvientes y miembros del clan Celestial sufrĂan por el calor. Por la tarde, el cielo empezĂł a adoptar una tonalidad plĂşmbea al irse aproximando una gran tormenta.
Amaterasu mataba el tiempo a la sombra de un árbol frondoso. Sus doncellas, Miyu y Mayu, daban aire diligentemente a su Señora con grandes abanicos.
Durante los Ăşltimos dos años, Miyu habĂa crecido y se habĂa ido convirtiendo en una atractiva joven. Mayu entrĂł al servicio de las deidades poco despuĂ©s que su amiga. Era un año menor que Miyu, pero eso no impidiĂł que las muchachas se hicieran amigas.
—Probablemente va a haber una fuerte tormenta esta tarde… —dijo indolentemente Amaterasu.
—SĂ, mi señora, siempre hace mucho bochorno antes de una tormenta —corroborĂł Mayu.
—Tengo miedo de morir por un rayo… —confesó Miyu.
—¡No deberĂas temerlos! ¡El cielo está lejos! Y servimos a las deidades, asĂ que no va a pasar nada —razonĂł su amiga.
Lo sabĂa perfectamente: en una tormenta, no hay que estar cerca del agua y no hay esconderse bajo un árbol. En caso contrario, los espĂritus del trueno se enfadarán y te incinerarán con un rayo ardiente.
—He tenido una pesadilla hoy —dijo Miyu ignorando a su amiga —. He visto una enorme bola de fuego caer en Ashihara y cubrir de llamas a la señora Izanami…
***
Hace nueve mil años…
Era un maravilloso dĂa de verano. Ese año el verano resultĂł ser extremadamente fructĂfero: ni frĂo, ni tampoco cálido. LloviĂł la cantidad justa.
Los adivinos de la corte del clan del RĂo Celestial calificaron unánimemente a esto como un buen augurio. La razĂłn de ello era la ascensiĂłn al trono del nuevo gobernante Tei.
El clan Celestial habĂa llegado a la Tierra hace más de mil años, desde un lugar lejano más allá del rĂo Celestial. Se establecieron en el archipiĂ©lago al haber fundado la capital en la isla de Honshu, pero despuĂ©s de un par de siglos acabaron perdiendo el contacto con su lejano hogar ancestral.
El paso del tiempo no perdonĂł a nadie, barriendo todo a su paso. AsĂ que, a lo largo del milenio, el clan Celestial perdiĂł la mayorĂa de sus conocimientos y tecnologĂa. Los miembros de clan se convirtieron en muchos sentidos