A comienzos de los años 1920, una nueva generación universitaria apareció en el escenario nacional motivada por el apremiante deseo de renovar la vida literaria y política del país. La irrupción de los jóvenes estudiantes se enmarca en un contexto que empezaba a conocer importantes transformaciones en los más diversos planos de la sociedad colombiana. El auge económico, el desarrollo del proletariado, las tensiones sociales, el crecimiento urbano, ciertos avances en la secularización, el retorno de manifestaciones anticlericales, los primeros brotes nacionalistas, entre otros aspectos, suscitaron debates de primera importancia en los cuales los jóvenes intelectuales ocuparon un lugar protagónico. Sectores de la nueva generación también la emprendieron contra los diferentes gobiernos conservadores que se sucedieron a lo largo de toda la década porque no parecían dispuestos a responder a los desafíos que iban surgiendo.
El conflicto generacional no tardó en estallar. Los Centenaristas, es decir, políticos, periodistas y escritores —conocidos con ese apelativo porque habían llegado a las más altas posiciones en 1910, cuando el país celebraba el primer centenario de la Independencia—, se vieron severamente enjuiciados por jóvenes desconocidos que sin llegar aún, en muchos casos, a los veinte años, ya aspiraban a ocupar sus puestos para así dar comienzo a una nueva etapa en la historia nacional. El escenario, en realidad, era más complejo de lo que querían dar a entender sus actores, y en ningún momento podemos reducir el enfrentamiento a una lucha entre los Centenaristas y "Los Nuevos", como se autoproclamó la nueva generación, nacida alrededor de 1900. En efecto, más allá de compartir el mismo rechazo a los mayores y de su deseo de suplantarlos, la juventud letrada estaba compuesta por tendencias heterogéneas cuyas divergencias políticas, literarias y religiosas dieron lugar también a álgidas polémicas. Por otra parte, las relaciones entre los nuevos letrados y los hombres del Centenario no siempre fueron conflictivas; la participación conjunta en proyectos culturales, la concurrencia a los mismos espacios de sociabilidad, las amistades entre unos y otros, los elogios mutuos, dejan ver unas relaciones más complejas.