Es indudable que los avances de la ciencia y la técnica en el campo de la biomedicina han mejorado la calidad de vida de la humanidad. Pero no puede desconocerse que, en la escena del capitalismo global, están vinculados a fenómenos que afectan la dignidad humana: la banalización de la vida y la conversión de sus procesos en mercancías. Reducir los llamados bioobjetos (embriones, células madre, información genética, etc.) a artículos de consumo en el libre mercado lesiona el interés general y vulnera los derechos humanos de aquellos que no pueden entrar en la dinámica del intercambio.
Frente al contractualismo liberal y la hipertrofia del principio de autonomía –que dominan el debate bioético contemporáneo–, el autor plantea el comunitarismo sociológico como perspectiva para el análisis de la clonación terapéutica, la reproducción asistida, la eutanasia y otras prácticas relativas a la vida y la muerte. Su propuesta apunta a una ética de la corresponsabilidad, que articula los derechos del ámbito privado con los deberes del ámbito público y promueve la equidad en el acceso a las biotecnologías.