Cada espacio a construir tiene limitaciones impuestas por la sociedad a travĂ©s de sus cĂłdigos de edificaciĂłn. Las viviendas colectivas de baja densidad responden, en parte, a estos cĂłdigos y a propuestas, para mĂ, mĂĄs humanas desde el punto de vista de las relaciones que surgen entre los vecinos, ya que a menor cantidad de unidades serĂĄ mĂĄs fĂĄcil la comunicaciĂłn. En cada uno de los proyectos, verificamos una serie de pautas comunes en el momento de tomar decisiones, mĂĄs allĂĄ de las necesidades de ocupaciĂłn, y que se proponen lograr una mejor calidad de habitabilidad. Estas pautas tienen que ver con las orientaciones, la ventilaciĂłn, el confort interior y la relaciĂłn interior-exterior. En las edificaciones urbanas se analiza el exterior que lo rodea, el exterior interno de la manzana en vecindad con las otras construcciones existentes, y ademĂĄs, la reelaboraciĂłn del patio interno, las terrazas, los balcones y los espacios comunes, en una sucesiĂłn ordenada entre lo pĂșblico y lo privado, pero, sin descuidar la economĂa y la racionalidad en la ejecuciĂłn y en el mantenimiento. Hay que minimizar las pĂ©rdidas energĂ©ticas y optimizar el uso de la luz natural que influye en el momento de optar por las soluciones constructivas, los detalles y la selecciĂłn de los materiales. Ante un solar determinado se analiza el entorno, las vistas, las condiciones climĂĄticas y de asoleamiento, y la materialidad. SerĂĄn los requerimientos funcionales interiores que condicionarĂĄn la elecciĂłn de la piel a determinar. Todo nos lleva a replantear las pautas de diseño y a buscar una nueva interpretaciĂłn entre las necesidades, la implantaciĂłn y la relaciĂłn con el entorno inmediato.