Hoy concebimos y realizamos obras, en la mayorĂa de los casos, sin conocer a quienes serĂĄn sus habitantes. A su vez, debemos contemplar los intereses econĂłmicos del desarrollador, que gravitan fuertemente en la toma de decisiones proyectuales. Con estas consideraciones, nos sentamos a trabajar. Tenemos que distanciarnos de nuestros deseos y preferencias e imaginarnos al destinatario de la vivienda, para ofrecerle ideas materializadas ajustadas a pautas fundamentales de habitabilidad, acceso, aislaciĂłn, orientaciĂłn, ventilaciĂłn natural, entre otras. Todas ellas orientadas hacia el confort, el ahorro energĂ©tico, la economĂa constructiva y una prolongada vida Ăștil. La vivienda colectiva parte del sentido de aldea y genera un cambio en el modo de habitar. Conceptualmente, se juega la apropiaciĂłn del espacio donde se disuelven las predeterminaciones, se plasma un sistema de habitaciones similares sin jerarquĂa espacial, abriĂ©ndose a la libertad de expandir o reducir las habitaciones del nĂșcleo, con la posibilidad de proponer variadas topologĂas de conformaciĂłn, las cuales aseguran diversidad de oferta y eficiencia econĂłmica, para lograr un producto Ășnico y exitoso. Se establece un contrapunto entre la estricta geometrĂa y la natural textura de los materiales, la geometrĂa aplicada despliega un efecto dinĂĄmico, se enfatiza la yuxtaposiciĂłn entre forma y sĂłlidos, el contraste cromĂĄtico entre las partes acentĂșa la autonomĂa conceptual de la piel, balcones y patios actĂșan como expansiĂłn, transformĂĄndose en territorios intermedios que vinculan el interior con las ĂĄreas verdes y la luz. AsĂ, la interrelaciĂłn de los ambientes interiores crea una sensaciĂłn de espacio infinito, dando lugar a otras formas de entender y habitar el dominio domĂ©stico. A su vez, inscriptas en la trama urbana, estas propuestas habitacionales constituyen nuevos hitos que se incorporan, se mimetizan o instauran un borde. Ese es nuestro desafĂo.