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Gustav Klimt y obras de arte

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“No me intereso en mĂ­ mismo como tema de una pintura, sino en los demĂĄs... en especial en las mujeres...” Hermosas, sensuales y, sobre todo, erĂłticas, las pinturas de Gustav Klimt hablan de un mundo de opulencia y placer que parece estar a miles de años luz de distancia del rudo entorno posmoderno en el que vivimos ahora. Los temas que trata, alegorĂ­as, retratos, paisajes y figuras erĂłticas, no contienen prĂĄcticamente ninguna referencia a eventos externos, sino que tratan de crear un mundo en el que la belleza predomina sobre todo lo demĂĄs. El uso que hace del color y los patrones estĂĄ profundamente influenciado por el arte japonĂ©s, el antiguo Egipto y Bizancio. Ravenna, la perspectiva plana y bidimensional de sus pinturas y la calidad con frecuencia estilizada de sus imĂĄgenes dan forma a una obra imbuida de una profunda sensualidad y en la que la figura femenina es soberana. Las primeras obras de Klimt le hicieron alcanzar el Ă©xito a una edad muy temprana. Gustav naciĂł en 1862 y consiguiĂł una beca del estado para estudiar en la Kunstgewerbeschule (escuela de artes y oficios de Viena) a la edad de catorce años. Su talento como dibujante y pintor quedĂł de manifiesto muy pronto y en 1879 formĂł la KĂŒnstlercompagnie (Compañía de artistas) con su hermano Ernst y otro estudiante, Franz Matsch. La segunda mitad del siglo XIX fue un periodo de gran actividad en la arquitectura en Viena. En 1857, el emperador Francisco JosĂ© habĂ­a ordenado la destrucciĂłn de las fortificaciones que solĂ­an rodear el centro de la ciudad medieval. El resultado fue la Ringstrasse, un nuevo y floreciente distrito con magnĂ­ficos edificios y hermosos parque, todo pagado por el erario pĂșblico. Por lo tanto, el joven Klimt y sus asociados tuvieron muchas oportunidades de mostrar su talento, y recibieron comisiones para las decoraciones de la celebraciĂłn de las bodas de plata del emperador Francisco JosĂ© y la emperatriz Elisabeth. En 1894, Matsch se marchĂł del estudio comunal y en 1897, Klimt, junto con sus amigos mĂĄs cercanos, renunciaron a la KĂŒnstlerhausgenossenschaft (Sociedad cooperativa de artistas austriacos) para formar un nuevo movimiento llamado la SecesiĂłn, del cual fue electo presidente de manera inmediata. La SecesiĂłn fue un gran Ă©xito y en 1898 presentĂł no una, sino dos exposiciones. El movimiento logrĂł ganar el suficiente dinero para comisionar su propio edificio, diseñado por el arquitecto Joseph Maria Olbrich. Sobre la entrada estaba escrito su lema: “A cada era su arte; al arte, su libertad”. MĂĄs o menos a partir de 1897, Klimt pasĂł casi todos los veranos en Attersee, con la familia Flöge. Fueron periodos de paz y tranquilidad en los que produjo paisajes que constituyeron casi un cuarto de la totalidad de su obra. Klimt realizĂł bocetos de prĂĄcticamente todo lo que hacĂ­a. En ocasiones realizaba mĂĄs de cien dibujos para una pintura, cada uno con un detalle distinto, un traje, una joya o un simple gesto. La calidad excepcional de Gustav Klimt se refleja en el hecho de que no tuvo predecesores ni verdaderos seguidores. AdmirĂł a Rodin y a Whistler sin copiarlos servilmente, y a su vez recibiĂł la admiraciĂłn de los pintores vieneses mĂĄs jĂłvenes, como Egon Schiele y Oskar Kokoschka, cuya obra muestra una gran influencia de Klimt.