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James McNeill Whistler

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Whistler saltĂł repentinamente a la fama, como una estrella errante en un momento crucial en la historia del arte, un campo en el que fue pionero. Como los impresionistas a los que admiraba, deseaba imponer sus propias ideas. La obra de Whistler puede dividirse en cuatro periodos. El primero puede llamarse periodo de investigaciĂłn, en el cual recibiĂł la influencia del realismo de Gustave Courbet y del arte japonĂ©s. DespuĂ©s, Whistler descubriĂł su propia originalidad en la serie de Nocturnos y de los Jardines de Cremorne, con las que entrĂł en conflicto con los academicistas, que querĂ­an que un trabajo artĂ­stico contara una historia. Cuando pintĂł el retrato de su madre, Whistler lo titulĂł ComposiciĂłn en gris y negro y fue una obra simbĂłlica de sus teorĂ­as estĂ©ticas. Cuando pintĂł Los jardines del placer de Cremorne no lo hizo para representar figuras identificables, como hizo Renoir cuando tocĂł temas similares, sino para capturar la atmĂłsfera. Adoraba la bruma que flotaba sobre las orillas del TĂĄmesis, la luz pĂĄlida y las chimeneas de las fĂĄbricas que por las noches se convertĂ­an en mĂĄgicos minaretes. La noche redibujaba el paisaje, borrando los detalles. Este fue el periodo en el que se convirtiĂł en un aventurero del arte; su obra, que rayaba en la abstracciĂłn, escandalizĂł a sus contemporĂĄneos. El tercer periodo estĂĄ dominado por los retratos de cuerpo completo, que le dieron fama. Era capaz de imbuir una profunda originalidad a este gĂ©nero tradicional. TratĂł de capturar una parte del alma de sus modelos y colocĂł a sus personajes en su entorno natural. Esto daba a sus modelos una extraña presencia, de modo que parecen a punto de levantarse y salirse del cuadro para enfrentar al observador. Al extraer la esencia poĂ©tica de las personas, creĂł retratos que sus contemporĂĄneos describĂ­an como “medios”, y que fueron la inspiraciĂłn para que Oscar Wilde escribiera El retrato de Dorian Gray. Hacia el final de su vida, el artista comenzĂł a pintar paisajes y retratos en la tradiciĂłn clĂĄsica, con una fuerte influencia de VelĂĄzquez. Whistler demostrĂł ser sumamente riguroso en cuanto a que sus pinturas coincidieran con sus teorĂ­as. JamĂĄs titubeĂł en batirse con los mĂĄs famosos teĂłricos del arte de su dĂ­a. Su personalidad, sus arrebatos y su elegancia fueron el foco perfecto para la curiosidad y la admiraciĂłn. Fue amigo cercano de StĂ©phane MallarmĂ© y fue admirado por Marcel Proust, quien le rindiĂł homenaje en su libro En busca del tiempo perdido. TambiĂ©n fue un caballero provocativo, una figura quisquillosa de sociedad, artista exigente y osado innovador.