Ana le cuenta a su hijo fragmentos de una vida de pequeñas miserias con las que se han tejido las relaciones personales y familiares. Sus palabras se convierten, por tanto, en duro legado para una nueva generaciĂłn que quiere levantarse sobre la inocencia. En La buena letra, el autor renuncia a narrar los grandes acontecimientos histĂłricos para poner su foco de atenciĂłn en lo Ăntimo y cotidiano, en el conjunto de gestos y silencios que marcan las vidas de unos personajes heridos por la traiciĂłn y la deslealtad; los deseos frustrados y la desesperanza de un sufrimiento inĂștil en la medida en que sĂłlo sirve para alimentar la voracidad de otros.
Con este material, en el que tiene mĂĄs peso lo que se intuye que lo que explĂcitamente se narra, La buena letra se convierte en deudora de la concepciĂłn balzaquiana segĂșn la cual la novela es la historia privada de las naciones y consigue descubrir los mecanismos que funcionan como silencioso motor de la historia, en cuyo devenir toda generaciĂłn se levanta sobre las cenizas de otra y cada vez que el poder cambia de manos lo hace bajo el signo de la traiciĂłn y de un sufrimiento que, siendo inĂștil, es tambiĂ©n una forma descarnada de lucidez, de sabidurĂa. Chirbes maneja una voz que es emocionado espejo de la vida y, al mismo tiempo, construcciĂłn de un nuevo cĂłdigo desde el que leer el ayer convirtiĂ©ndolo en desolaciĂłn de hoy.
«Profundiza en la dimensiĂłn filosĂłfica de la literatura, vuelve a poner en danza el trinomio de la literatura mundial âel amor, el sufrimiento y la muerteâ. Una obra maestra» (T. Paprotny, Hamburger Abendblatt).
«Novela dura, cualquier cosa menos "bella", demuestra que Chirbes es uno de los escritores mĂĄs serios en nuestro paĂs» (Javier Alfaya, El Mundo).
«Una voz original y fuerte... Rafael Chirbes, con La buena letra y Los disparos del cazador, se ha situado entre los mejores novelistas españoles contemporåneos» (Martine Silber, Le Monde).