"Un gobierno latinoamericano puede lanzar a su maquinaria diplomĂĄtica al rescate de un militar acusado de torturador o genocida, que de pronto es atrapado en una visita cĂĄndida a Europa, o fletar un aviĂłn para regresarlo a su patria, pero no hace absolutamente nada para repatriar (y emplear) a miles de sus cientĂficos exiliados en el Primer Mundo. Por supuesto, esto se debe al simple hecho de que esos gobiernos saben muy bien para quĂ© sirven los torturadores y los genocidas, y tienen un papel social para ellos, pero no tienen la menor idea de quĂ© es un cientĂfico, ni cĂłmo ensamblarlo a los engranajes de su sociedad. Estos paĂses pueden tener a lo sumo un poco de investigaciĂłn como tienen tigres de Bengala en su zoolĂłgico, pero de ninguna manera tienen ciencia."
Los autores hacen una crĂtica al estado de investigaciĂłn que se realiza en Argentina, indican que hacer ciencia no es acumular informaciĂłn sino una forma de interpretar la realidad.