Cuando el terror irrumpió en el cielo… Un repaso vertiginoso y erudito, salpicado de un sinfín de anécdotas, a las máquinas más mortíferas ideadas por los seres humanos. Desde los inicios de la aviación, los Estados entendieron el potencial bélico de las aeronaves. También comenzaron a temer por el uso que se podía hacer contra sus propios intereses. Sin embargo, todos los esfuerzos por regular el uso de los bombarderos en tiempos de guerra –tal y como desmostró el Blitz sobre Londres, los bombardeos de Dresde y otras ciudades alemanas y, por supuesto, la aniquilación de Hiroshima y Nagasaki– quedaron en papel mojado. Y los conflictos posteriores (Corea, Vietnam, Afganistán, Iraq…) no hicieron sino empeorar las cosas.
La voluntad de militarizar los cielos resultó ser implacable. Desde los pioneros Caproni de la armada italiana, pasando por los mortíferos Heinkel He-111 de la Legión Cóndor que bombardearon Guernica, hasta los prodigiosos jets supersónicos de la actualidad capaces de lanzar ingenios nucleares con una inconcebible precisión, la evolución de los bombarderos ha condicionado el curso de nuestras vidas y la historia de la humanidad de forma indeleble.