Cuando comencĂ© a colaborar con AlmadĂa, hace casi tres lustros, ya concebĂan sus colecciones como un regalo para los lectores. Los Culpables fue el primer libro que les diseñé, es 2007. PensĂ© en una propuesta grĂĄfica que sorprendiera: el reto consistiĂł en traer al papel la atmĂłsfera colorida, tĂĄctil y artesanal de Oaxaca. Supe que tenĂa la oportunidad de hacer algo distinto en tĂ©rminos de diseño grĂĄfico. LeĂ el libro y me divertĂ muchĂsimo; los cuentos son cortos y con un sentido del humor excepcional. Platicando con el equipo, acordamos que la imagen emblemĂĄtica de la portada debĂa desprenderse de la frase La culpa es de la iguana , que abre el quinto relato del libro, El crepĂșsculo maya . La doble portada de Los culpables iniciĂł un doble juego que pervive hasta hoy.
En ese entonces, Juan Villoro comentĂł que asĂ como la iguana cambia de cuero, los libros de AlmadĂa son despellejables y la camisa es una segunda piel que deja entrever la imagen secreta en la portada. ArriesguĂ© en el diseño porque AlmadĂa se abriĂł al cambio. QuizĂĄ el suaje de la camisa es mĂĄs atrevido que hemos llevado a la imprenta: el reptil era demasiado grande y en la primera ediciĂłn la segunda piel fue muy frĂĄgil. Desde entonces, esta obra ha sido reimpresa y reeditada muchas veces, convirtiĂ©ndose en la que mĂĄs lectores tiene en la historia de la editorial. A partir de la primera reimpresiĂłn, modifiquĂ© el diseño y agreguĂ© una rama que atraviesa el cuerpo del saurĂłpsido para darle mayor resistencia y fuerza a la cartulina. Para celebrar su sĂ©timo aniversario, AlmadĂa publicĂł una ediciĂłn conmemorativa de esta misma obra en formato grande. Pasta dura e ilustrada por mĂ. Esos dibujos son miradas tangenciales a los divertidos relatos de Juan. Me parecĂa un gesto cacofĂłnico traer a lo grĂĄfico imĂĄgenes que estĂĄn descritas en el relato, asĂ que preferĂ representar escenas que quizĂĄs pudieran haber sucedido, convirtiendo las imĂĄgenes en satĂ©lites del universo narrativo del autor. En esta tercera ediciĂłn y octava reimpresiĂłn, el emblemĂĄtico saurio vive de manera mĂĄs discreta en la carĂĄtula, y el hecho de que yo haya escrito el pequeño texto que estĂĄs leyendo en este instante tambiĂ©n es, sin duda alguna, culpa de la iguana.