Mucho se habla del amor durante nuestra infancia y nuestra juventud, pero muy poco nos enseñan sobre el desamor y sobre cómo superar el desapego. Nos han inculcado erróneamente que el amor es algo que dura para toda la vida, pero no siempre es así. Y esa sensación de pertenencia sobre el otro o de abandono para con nosotros mismos nos lleva a cometer grandes errores pudiendo herir a quienes queremos e, incluso, a nuestro propio ser.
Si mi experiencia sirve de algo que sea para recordarnos que el amor no debe causarnos sufrimiento, que no debemos conformarnos con la indiferencia, que no podemos vivir con el miedo, que no tenemos que rogar para que nos quieran y que si no podemos evitar una ruptura, tampoco debemos evitar darnos la oportunidad de valorarnos, de mejorar como seres humanos y de intentar ser felices de nuevo.
LA AUTORA