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Los Dioses Son Mortales

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Edion es el dios del cielo. La gente de Igowe cree en Edion, que Ă©l y sus deidades subordinadas gobiernan generosamente los asuntos de los humanos. Siempre dan sacrificios de alabanza y provisiones para agradecer a los dioses por protegerlos. Otras deidades lo respetan como el jefe de los dioses; todas las deidades lo llaman Señor Eterno. Todas las deidades se levantan cuando Ă©l se pone de pie y se sientan cuando Ă©l se levanta de su trono. Todas las deidades se inclinan mientras camina con una paloma blanca posada en su brazo izquierdo. Hoy es otra fase del juicio. Muchas almas se reĂșnen ante Edion para que Ă©l les asigne un lugar de descanso o inquietud final. La diosa de la fertilidad se presenta ante Edion, se arrodilla, ”Mi Señor, el grito de su heredero ha traspasado los oĂ­dos de las diosas”.

Erin se para ante el gigantesco espejo de Ikumodo y hierve de rabia. La situaciĂłn de Oma lo llena de un apetito vengativo. Su grito casi lo hace llorar, pero usa la magia de Uriadam para contenerlo. El padre de Oma encendiĂł una lĂĄmpara de huracĂĄn para preservar su vida, la hierba curativa es un alimento podrido que el dios de la venganza habĂ­a arrojado desde el mundo superior. Contra el deseo de Edion, Erin desciende a Igowe para vengar las atrocidades de Keme. Los dioses no son perfectos. Erin se enamora y retrasa su misiĂłn. Oma descubre su identidad. Ella rechaza su declaraciĂłn de amor y le exige justicia. Vive normal entre los mortales, ajeno a los peligros terrenales y las traiciones humanas. Con poderes restrictivos, Erin enfrenta obstĂĄculos para derrotar a Keme y a un admirador despreciado. Erin debe elegir entre el amor y su inmortalidad.