En mĂĄs de una docena de libros, la poesĂa de Luis Aguilar ha ido construyĂ©ndose como una bitĂĄcora de pĂĄginas donde lo que entra por las ranuras no es nostalgia sino el filo de versos como navajas de afeitar, cristales de una ventana rota: el frĂo, duro y desnudo. Muchachos que no besan en la boca es un libro en voz alta; esta caĂda sin red de protecciĂłn permite asomarnos a dos submundos: el de la poesĂa sin paliativos y el del lucrativo negocio de la prostituciĂłn masculina en Cuba -no menos lucrativo en el resto del mundo, incluido España-, desde una Ăłptica que roza el cinismo y se acerca a la contemplaciĂłn, sĂłlo para desnudarse frente a la cama sin dramatismo ni lamentos.