(96)

Todas las promesas que rompimos

e-bok


Cuando tu mejor amiga se casa y tĂș sigues soltera, te agarras una buena cogorza. Si no, no es la boda de tu mejor amiga. Punto. Eso sĂ­, lo de acabar intimando a lo loco con Ă©l no estaba previsto.

En mi defensa, debo decir que asistĂ­ a la boda sin la supervisiĂłn de un adulto, lo mĂ­nimo que necesito para no liarla parda cuando hay barra libre y un soltero apetecible en la zona.

¿En qué momento me pareció que aquello era una buena idea? Al final, iba a pagar caro el no ceñirme al plan original de emborracharme. Nada salió como había esperado, a pesar de que aquella noche fue mågica.

Pero lo que son las cosas: aunque nos habíamos prometido distancia, el maldito (o bendito) destino hizo que no tuviéramos mås remedio que volver a colisionar.