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La categorĂ­a de «fraternidad», una de las fundamentales del cristianismo, es la guĂ­a de esta reflexiĂłn. Nuestro presente, a pesar de ser «la hora de lo comĂșn», padece un grave deterioro de las relaciones humanas y sufre constantes desavenencias en todos los campos. Los sĂ­ntomas letales del presente no auguran nada bueno para el futuro. Y todos, creyentes o no, y desde diferentes perspectivas de pensamiento y acciĂłn, estamos convocados a la tarea de hilvanar nuevamente un tiempo vivible para la comunidad humana si no queremos precipitarnos en un mañana catastrĂłfico.Una comunidad humana viva es la comunidad generada por la fraternidad. Una comunidad humana asĂ­ regenerada no serĂĄ una comunidad idĂ­lica, ni utĂłpica, ni perfecta, ni angelical, ni paradisĂ­aca, sino la comunidad humana imperfecta, pero acogedora y curadora. La comunidad en cuyo seno la paz no es la correlaciĂłn de fuerzas ni la estabilidad del sistema, sino la mirada y el gesto del uno por el otro.