Alejandra es una joven de 24 años, católica, casada con un hombre maduro, discreta tanto en lo público como en la cama.
Horacio tiene cuarenta y nueve años y una vida repleta de pequeños vicios, el mayor de ellos hacer feliz a su mujer, Alejandra. Y hacerla feliz, ahora mismo, supone descubrirle los placeres de la vida. No permitirle pasar por ella sin disfrutar del amor carnal, de la lluvia pertinaz que disuelva su rutina y torne indecorosos pero accesibles sus deseos más cohibidos.
Horacio urdirá un plan junto a Elvira, la vecina del tercero, para “educar” a Alejandra en el disfrute de los placeres corporales sin que este llegue a comprender el alcance y consecuencias que tendrá en lo sentimental y en la relación de pareja que los une.