Cabos sueltos es la prolongaciĂłn y el complemento de Cuando nada concuerda, un libro de 2013 que dediquĂ© a la recuperaciĂłn de los dĂas de mis primeros contactos placenteros y solitarios con los libros, y a la remembranza del comienzo de mi amistad, en 1957, con los nadaĂstas de MedellĂn, ahora todos en plan de fingirse muertos.
Entonces la costumbre de leer dejĂł de ser para mĂ una fuga impune a la fantasĂa en una habitaciĂłn retirada, para enriquecerse, convertida ademĂĄs en una voluptuosa charla de amigos que aĂșn no termina, porque la amistad no se acaba con la pantomima muerte, y yo jamĂĄs interrumpĂ mi diĂĄlogo con ellos un solo dĂa hasta el de hoy.
A partir de mi encuentro con los nadaĂstas, a los libros de Gabriela Mistral, Julio FlĂłrez, Charles Dickens, Julio Verne, Emilio Salgari, y Edmundo de Amicis, los autores mĂĄs visitados en mi Ășltima infancia y mi primera adolescencia, se les sumaron las obras de los filĂłsofos franceses del pesimismo de moda que eran los libros sagrados de mis nuevos amigos, y las sofistiquerĂas de los eruditos en esoterismos con las cuales quisimos disolver los espectros de la vieja metafĂsica aprendida en los colegios confesionales donde nos educaron.