Observo el piso fracturado, guardo silencio. Las seĂąales nos hacen callar; mirar adentro de nosotros, a travĂŠs de las marcas que deja, la vida se come el silencio. Algunas marcas son murmullos sordos. Poco a poco se enfrĂa la cera que escapa del fuego, muere callada: momia blanca, fantasma revelado que se abraza al cuerpo. La profunda seĂąal en la que sale y se mete la vida nos asecha desde el muro. Gran parte de la historia de cada cosa se conoce mirando sus marcas. Algunas se ven, otras se sienten. Andamos de aquĂ para allĂĄ con viejas heridas; propias, ajenas, ocultas y visibles. A veces, incluso nuestro miedo se trata de esconder en ellas, insecto agazapado en la grieta. Las cicatrices estallan en silencio con su boca de historia. Su rastro delata