Los docentes cada vez se hacen más conscientes de la necesidad de proporcionar a los estudiantes herramientas que les permitan -más que almacenar conocimientos- desempeñarse eficientemente en un mundo en constante cambio. Muchas investigaciones han demostrado que la dificultad para aplicar el conocimiento adquirido en la escuela está estrechamente relacionada con la carencia de habilidades para procesar información, de manera que ésta sea fácilmente asimilable, recordable y aplicable en los diferentes ámbitos de la vida.