"Gabriela invita a escribir, y escribe. En este libro de consignas no muestra "cĂłmo se escribe" o "cĂłmo escribiĂł" sino que escribe, nos escribe, y escribimos con ella. Estas pĂĄginas invitan a la poesĂa, a la narrativa, al teatro, y pueden leerse tambiĂ©n como un libro de poemas, de relatos, de piezas de un repertorio teatral. Nos proponen entrar en un juego, nos recuerdan que el juego es inseparable del aprendizaje, tanto de la construcciĂłn de la intimidad como de los vĂnculos con los otros. Uno juega a ser quien es, juega a ser otros, juega a ser un nosotros. Jugamos a hacernos y colocarnos un disfraz, nos disfrazamos incluso de nosotros mismos. El libro de escribir tiene algo de tejido, vital y antiguo, individual y colectivo como la actividad de tejer. Tiene algo de fiesta: vemos llegar los invitados; la escritura es la danza y tambiĂ©n logra que nadie nos quite lo bailado. La expectativa: ÂżquĂ© va a pasar? Y mientras tanto estĂĄ el disfrute de los preparativos, el espacio en que se crea el hechizo.
Gabriela es la mejor anfitriona de la fiesta de la escritura: da lo mejor de sĂ y sus invitados vemos tambiĂ©n nacer nuestra versiĂłn mĂĄs feliz. Su literatura siempre vuelve a una escena de relato de viaje, un viaje que es una secuencia de encuentros sorprendentes, de pruebas que pueden ser difĂciles, de soluciones laboriosas o mĂĄgicas, de sucesos en clave de relato maravilloso. Gabriela nos hace ver que son nuestros propios recuerdos, sueños, deseos, los que estĂĄn en el corazĂłn de esas escenas encantadas. 'Que nada detenga tu viaje', nos dice en un momento, y nos entrega este libro, brĂșjula y bitĂĄcora para acompañarnos en la travesĂa" (Eduardo Muslip).