Aparte de algunos textos sobre arte dispersos en revistas, Adolfo Couve no dejo registro escrito de su ideario estético. Su pensamiento lo compartÃa mayoritariamente de manera oral, en sus clases en la universidad y en conversaciones ocasionales. Escucharlo era estimulante, por la agudeza de las observaciones, por el humor y por los ejemplos dislocados que solÃa utilizar. Si no fuera por las entrevistas que dio durante treinta años, sus iluminadoras especulaciones se habrÃan ido diluyendo en la memoria de sus alumnos y de sus interlocutores. Muchas de ellas conservan incluso el habla de Couve, y casi uno puede percibir esa entonación particular que tenÃa al hablar de los temas de su interés, que combinaba el escepticismo, el entusiasmo y el desparpajo.