El reconocimiento del paradigma "cuerpo-mente" y sus implicaciones para la vida ha sido constante. En las Ășltimas dĂ©cadas las investigaciones confirman las intuiciones de aquellas bailarinas que a mediados del siglo XX se preguntaron quĂ© era aquello que atraĂa a personas que no pensaban dedicarse a bailar profesionalmente a sus clases. A partir sobre todo del trabajo de M. Chace y M. Whitehouse, diversos psiquiatras fueron creando oportunidades profesionales para ellas y sus discĂpulos. Eran conscientes de que, en algunos casos, esta aproximaciĂłn debĂa ser parte de un equipo inter y multidisciplinario; y que, en otros, deberĂa ser la modalidad mĂĄs adecuada, o una entre varias. En La vida es danza se incide en la idea de que no podemos descartar el cuerpo como fuente de informaciĂłn, de curaciĂłn y como lugar de manifestaciĂłn de la enfermedad, no sĂłlo fĂsica sino tambiĂ©n mental. Las posturas y movimientos, el modo de ocupar el espacio nos hablan analĂłgica y simbĂłlicamente de las tensiones, emociones, relaciones e historias de vida de los pacientes. La Danza Movimiento Terapia ha basado sus teorĂas y conceptos en el conocimiento de que la danza integra todos estos aspectos. En este sentido, el movimiento no se concibe como una actuaciĂłn escĂ©nica; ni tampoco se espera que los pacientes tengan capacidades tĂ©cnicas especiales para bailar. Desde este ĂĄmbito emergente el sujeto humano se concibe como una unidad "cuerpo-mente" y la danza-movimiento como la expresiĂłn de esta unidad, a la vez que se reconoce el potencial terapĂ©utico de la acciĂłn creativa y artĂstica y del movimiento en particular: el arte se pone al servicio del sujeto y su salud.